Anorexias y Bulimias desde una
perspectiva social:
La conducta humana es la reacción
global frente a una situación. La conducta alimentaria es la reacción global
frente a los alimentos. Esta reacción puede ser adaptada a las necesidades
nutricionales o responder a otro tipo de necesidad que puede ser personal o
ambiental. En la Historia de la Humanidad distintas circunstancias han desviado
la conducta alimentaria determinando trastornos. Salvo breves períodos de
provisión suficiente de alimentos, el Hombre ha padecido hambrunas a través de
los tiempos. Felizmente, a partir de la revolución industrial y de las actuales
técnicas agropecuarias, buena parte de la población mundial cuenta con
disponibilidad de alimentos.
Sin embargo, cuando parecía haber
llegado el momento en que el ser humano, beneficiado por el progreso, se alimentara
regularmente sin sufrir desnutrición, hacen su aparición los factores
culturales y personales que conducen al cambio en el concepto del "cuerpo
ideal" de la sociedad.
Él, hasta ese momento, apreciado
cuerpo excedido de carnes como sinónimo de salud y poderío económico, ha sido
sustituido por un deseado cuerpo delgado, tan delgado hasta llegar a la
emaciación y la enfermedad.
La guerra contra los kilos,
alejada de la supervisión médica, no repara en la consecuencia sobre la salud
de ciertas prácticas y se deja influenciar por los semanarios de moda,
programas de TV, hipnotizadores, gimnasios, masajistas, obesos recuperados y cuanta
persona haya encontrado en las personas excesivamente preocupadas por el peso,
una fuente de ingresos.
Así, se lanzan propuestas de
adelgazamiento sin sustento científico, que provocan más problemas que
soluciones.
A este panorama socio-cultural,
se suman una predisposición genética, determinada dinámica familiar y ciertos
rasgos de personalidad configurando una posibilidad franca de desarrollar
trastornos alimentarios severos. La participación singular de cada uno de estos
factores y su combinación favorece el "estilo" del padecer encontrado
en la clínica.
Se describen, entre los
trastornos alimentarios, diferentes entidades clínicas y, aún, cada paciente se
singulariza a través del estilo que posee. Por ello, se hace necesaria la
aplicación de medidas terapéuticas, flexibles y abarcativas en lo
interdisciplinario, que se ajusten a cada caso en particular.
Son múltiples los recorridos por
consultorios y gimnasios. El consumo de productos "adelgazantes" de
venta libre, que los pacientes con trastornos en la alimentación realizan,
fracasando y haciendo fracasar, muchas veces, con sus intentos de
"achicar" un cuerpo que rechazan por "voluminoso". Teniendo
como ideal, un cuerpo magro, con importantes desarrollos musculares, obtenido a
cualquier "costo", promovido por fuertes valores sociales. Esta idea
llegaría a los adolescentes y les afectaría como moratoria social.
Los factores psicosociales y
familiares
Entre las figuras más destacadas
está el argentino Minuchin, quien habla de la teoría sobre la interacción
familiar, y postula un modelo de familia psicosomátogénica, cuya característica
es la sobre protección e incapacidad para resolver conflictos. La estructura
familiar surge de las exigencias funcionales invisibles que organizan en su
totalidad el tipo de interpretaciones entre sus miembros.
En estas familias los límites
interpersonales son borrosos, todos están enredados entre sí, ocupan y
reaccionan mutuamente en forma exagerada. La rigidez hace que rechacen todo
tipo de cambio, por lo que los patrones transaccionales preferidos se mantienen
inflexibles. Una característica importante de esta familia es que involucran a
sus hijos en el conflicto de los padres.
Mara Selvini Palazzoli dice que
los padres de enfermas con trastornos alimenticios no tienen una relación
emocional madura pese a que se vea de manera contraria.
Principalmente aparentan,
demuestran buena situación económica y familiar, no hay riñas hogareñas, sin
embargo viven en un constante estado de tensión. Pelean por temas banales,
síntomas de una agresividad latente.
La influencia de la publicidad:
Es conocido que los hombres dan
más importancia al aspecto físico de la mujer que viceversa. El resultado es
que las mujeres se encuentran bajo mayor presión para someterse al ideal de
belleza (que varía según cada época) y sus oportunidades sociales se ven
fuertemente afectadas por este hecho.
Mazur sostiene que en general
todas las mujeres intentan adaptarse a la presión de la publicidad, pero que en
una minoría se sobreadapta, a veces hasta el punto de la incapacidad. Ejemplos
de este proceso son la histeria como exageración del ideal de fragilidad
femenina de principios de siglo, la manía por los pechos grandes que tubieron
las norteamericanas de la décadas de los 50 y 60, y el actual culto a la delgadez
cuyo resultado es anorexia y bulimia. La coincidencia demográfica con la
anorexia sugiere que la presión publicitaria sería un factor de la alimentación
representan el problema nutricional más frecuente entre las adolescentes. Ya
que los adolescentes y los niños dedican más tiempo a ver la televisión
haciendo que el mundio de la pantalla sea más real.
La televisión se contradice
culturalmente pues promueve el consumo de alimentos y al mismo tiempo la
delgadez. La bulimia sería una respuesta adaptativa, dado que la bulímica puede
comer todo lo que quiere y al mismo tiempo permanecer delgada.
Personalidad y trastornos
alimentarios
El interés por la relación entre
personalidad y trastornos alimentarios proviene de dos distintas fuentes. La
primera se relaciona con las dificultades para consensuar los criterios
diagnósticos que identifiquen claramente cada una de las patologías. A pesar de
que tanto la anorexia nerviosa como la bulimia nerviosa fueron descriptas en el
siglo pasado, recién en los últimos años, con el aumento de la incidencia, han
recibido suficiente atención.
De tal manera, las pacientes
anoréxicas son consideradas "curadas" al aumentar de peso y
recomenzar los períodos menstruales y las bulímicas al disminuir sustancial o
totalmente los atracones y los vómitos.
Es curioso que se consideren
criterios de curación de carácter somático, en enfermedades que reúnen los
criterios diagnósticos sólo si presentan una condición psicopatológica como el
"temor mórbido a engordar". Recién entonces comprendemos que las
características que subyacen y sustentan a los síntomas, no suelen ser
suficientemente consideradas. Los trabajos clínico-terapéuticos, es habitual,
se ocupan sólo de lo aparente, de la punta del iceberg, sin enfocar las
relaciones entre condición psicopatológica y personalidad.
Podemos considerar el concepto
"personalidad" desde tres distintos puntos de vista.
*Rasgos de personalidad: algún
autor ha planteado, que las anoréxicas son más neuróticas, ansiosas,
introvertidas y obsesivas que los controles normales.
Se puede coincidir también en que
presentan inconformidad social, descontrol de las emociones y evitación. En un
intento de clarificar los datos, distintos autores afirman que la inseguridad
social, la dependencia y sumisión, la falta de espontaneidad y de autonomía
jugarían un papel de rasgos predisponentes, mientras que la introversión, la
obsesividad y la depresión serían sólo consecuencias del trastorno.
Respecto de la bulimia, se
describen dos rasgos de carácter predisponente: baja autoestima e inestabilidad
afectiva -que incluye tendencia a la depresión y a la impulsividad- con déficit
yoico, como poca tolerancia a la ansiedad y la frustración.
*Desórdenes de la personalidad:
constituidos por un conjunto de rasgos que se presentan unidos, estableciendo
una permanente modalidad de percibir, conectarse y pensar el mundo que nos
rodea y a nosotros mismos. Los desórdenes de la personalidad tienen una fuerte
influencia de las formaciones de enfermedades y predisponen al desarrollo de
trastornos alimentarios.
*Estructura de la personalidad:
mencionar una personalidad estructurada, implica aceptar que la psiquis llega a
tener un alto grado de organización, con estabilidad y coherencia, producto de
la interacción entre lo genético y los factores ambientales que producen un
moldeamiento a través del tiempo.
En el desarrollo evolutivo del
ser humano, luego de un primer período simbiótico, sin separación psicológica
entre él yo y los objetos, se establece un espacio intermedio durante el cual
se produce lentamente la discriminación. La persona que no logra completar
exitosamente esta etapa, tendrá dificultades en lograr sentirse como un todo
integrado. Su modo de funcionamiento dependerá de los otros, como proveedores
de funciones que no puede procurarse por sí mismo, y por lo tanto, la situación
de abandono adquiere alto grado de peligrosidad.
Todo poder es patrimonio de los
otros significativos y su propio poder depende de los otros.
La anoréxica, cuya conducta se
corresponde con las características de esta etapa, intenta poseer un poder
propio, ser alguien, a través de su control del cuerpo y el alimento. Las
negativas a aceptar sugerencias terapéuticas que intentan un comportamiento
alimentario más armonioso, ponen de manifiesto esta situación. Sólo la unión
del desintegrado psiquismo de la paciente, puede permitir el comienzo de un
cambio definitivo.
Lograda una cohesión psicológica
básica, aún persiste la creencia de que los otros tienen poder y, en
consecuencia, pueden ser utilizados para la provisión de funciones. El problema
central de esta etapa es la regulación de tensiones que provendrá de los otros
poderosos o de la búsqueda de situaciones con alto grado de excitación que
brindan una «calma» transitoria posterior (atracones, vómitos, sexualidad
promiscua, hurtos), como sucede con las personas bulímicas. Las desilusiones
imaginables por la falta de poder real de las figuras representativas por sus
propias limitaciones, provocan vergüenza, aumentando la tensión.
El tratamiento deberá tener en
cuenta una gradual y aceptable desilusión de sus creencias irreales.
De las tres dimensiones de la
personalidad, los rasgos son el aspecto más concreto y más fácilmente
relacionado con los desórdenes: un conjunto de rasgos sin flexibilidad
suficiente y duraderos, determina un desorden particular de la personalidad. En
cambio, la estructura es un concepto de fuerte nivel de abstracción y
primordialmente funcional. La literatura brinda amplios informes en los que se
recogen los rasgos de personalidad en personas afectadas por trastornos
alimentarios.
Ultimamente se intenta relacionar
los desórdenes de personalidad con subtipos de patología alimentaria
entendiendo la presencia de unión a una enfermedad o de un desorden sobre el
que se instala la alteración alimentaria. Es menos frecuente el estudio de la
estructura de la personalidad en anorexias y bulimias.
Anorexia y Bulimia: Factores
familiares y personalidad en el psicoanálisis
Consideramos que la familia,
específicamente el medio familiar, establece no sólo el sostén de los
trastornos de anorexia y bulimia nerviosa, sino que se estructuran de modo tal
que constituyen un elemento fundamental de su génesis.
La información de la primera
infancia nos permite ubicar un lugar esencial, y las modalidades particulares
de comunicación de una determinada familia, en un momento particular de su
historia, nos darán sin lugar a dudas las claves del desencadenamiento y
desarrollo de la enfermedad.
En los estudios de los aspectos
familiares nos centramos en que existe una etapa en el análisis del vínculo y
el rol materno. Las madres son descritas de un modo que puede ser
contradictorio, por un lado se nos aparece como un personaje fuerte, rígido,
dominante, y al mismo tiempo poco cálido. Por otro lado se revela la
importancia de manifestaciones de tipo depresivas en un alto porcentaje de
estas madres donde las amenazas y tentativas de suicidio aparecen con
frecuencia, en más de un 60% de las pacientes tratadas hemos notado que en los
primeros años de su desarrollo evolutivo éste estado depresivo materno impidió
esa empatía necesaria entre la niña y su madre, especialmente en el período de
lactancia.
Esta contradicción es sólo
aparente, ya que su posición dominante y rígida de carácter encubren a una
madre deprimida, que se percibe a sí misma como débil, desbordada y
desvalorizada.
Dentro de esta perspectiva
debemos considerar qué lugar ocupa cada uno en la problemática vincular del
otro, al respecto es la anoréxica quién va ocupar un lugar particular en la
madre. La envestidura maternal es de naturaleza narcisista y valoriza
principalmente de la niña performances socialmente reconocidas pero que irían
en detrimento de todo aquello que es más personal, pulsional y afectivo. Esta
sobre envestidura aparente de la niña contrasta en definitiva con el carácter
frustrante de la madre, su falta de afecto o bien su incapacidad para
transmitirlo y lo que es más manifiesto, su insatisfacción permanente.
Dentro de este grupo de madres es
frecuente observar como ellas sobrevalorizan en los primeros años de vida a su
hija para luego constituirse como madres "abandónicas" incapaces de
reconocer y valorar el mundo emocional y afectivo de la niña, se sienten
frustradas cuando estas no logran todo el esplendor social esperado; se crea
así un vinculo de dependencia donde la madre le hace tomar a la niña sus necesidades
como propias.
Cuando la paciente avanza en su
tratamiento comienza a exponerse el carácter agresivo de la madre debido a que
la joven lentamente se aparta del rol esperado por ella, destruyendo de algún
modo la relación idealizada y ambivalente que mantenía con ésta; la
ambivalencia funciona como un doble consolador, lo que no fue su propia madre o
bien como representante de ésta.
En una segunda etapa se enfoca el
rol paterno, el cual subraya su carácter borrado, sumiso, demostrando su
incapacidad para dar muestras de autoridad, se mantiene frecuentemente excluido
de la vida familiar; es particularmente significativo ver que en los meses
anteriores al desencadenamiento de la sintomatología anoréxica como el padre
presentaría indicios de un estado depresivo, por una modificación en su rol
dentro de la dinámica familiar que lo ubica en un punto de mayor invalidez, de
desvalorización o de incapacidad para sustentar las necesidades básicas
familiares; pareciera ser todo esto un modelo constante. Su identidad está muy
mal asegurada y en especial respecto de sus identificaciones femeninas,
presentan actitudes que van desde un repliegue sensitivo de fuerte aislamiento
de modo defensivo, hasta actitudes más abiertas de seducción hacia su hija,
esta relación padre-hija aparece íntimamente correlacionada con la
psicopatología de la paciente, más seducción paterna, mayor histeria ligándola
a cuadros de bulimia y vómitos, y más el padre actúa la vertiente del repliegue
y el aislamiento, mayor predominio de cuadros de anorexia y tendencias
esquizos.
En síntesis, hablamos de una
familia convencional que sostiene las apariencias a cualquier precio, familias
encerradas en sí mismas que temen al mundo exterior unidas por un
funcionamiento patológico, que centran toda su voluntad en tratar de evitar
conflictos internos e intentando mostrarse como perfectas y en donde la
anoréxica o la bulímica, marcan su fracaso.
Estructura Yoica de la anorexica
- bulímica:
El desarrollo del yo es muy
importante, en las personas que sufren de trastornos alimenticios. Beatttio
(1988) explica que el proceso de individuación de la todopoderosa madre
pre-edípica es enormemente más dificultoso para las niñas que para los varones,
pues ellas deben simultáneamente separarse e identificarse con una figura de
apego del mismo sexo. La sintomatología sería una búsqueda de autonomía a
través de la exageración del límite entre el "sí mismo" y los demás.
Según Weinreich la identificación entraría en conflicto con la metaperspectiva
de un "yo como me ve mi madre". Habría un alto nivel narcisistico,
actuando como resistencia contra ansiedades más profundas y también contra
deseos y necesidades percibidas como amenazas.